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4 cosas venenosas que tenemos cerca

Peligro al acecho

De pequeño me sentaba a ver tele con mi mamá para ver la serie de Agatha Christie. Cuando descubrían la causa de muerte de las víctimas, muchas  veces decían «envenenamiento». Confieso que de vez en cuando, cuando puedo, me pongo a ver repeticiones de la serie, igualmente de Poirot, el detective belga de Agatha; son series interesantes, muy bien realizadas y a veces con muertes tan tontas como los casos de Scooby Doo. Eso sí, casi siempre con cosas venenosas.

Bueno, dejando a un lado los cuentos personales, siempre me ha llamado la atención el por qué se utiliza veneno para matar a otra persona y como siempre, luego de buscar, buscar y buscar, les traigo no sólo la historia de por qué sucede esto, sino también algo inquietante; ¡5 cosas altamente venenosas que tenemos a nuestro alrededor y quizás ni sabemos lo tóxicas que son!

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 nouuuu shit!. Traducción: Wao, q mal.

Mini-historia del veneno.

La historia del veneno es larga. Es casi tan vieja como la cerveza. Desde el año 4500 a.c. se ha utilizado con diferentes propósitos: como armas en las guerras, en la cacería (los indígenas le ponían veneno a las flechas para cazar), como anti-sueros y como medicamentos. En el Imperio romano fue que se puso de moda envenenar a la gente, específicamente al que te caía mal.

Uno que hizo de esto un hobby fue el emperador Nerón, a quien le encantaba envenenar a sus familiares ‘indeseados’. En esos tiempos según Nerón, si el aborto no era una opción… tonces sólo quedaba envenar gente.

 

 “Dude, ¿Qué tenía mi mamadera? Sabe como rara.»

Después del Imperio romano, en la Edad Media se popularizó el uso de los venenos con los famosos brujos y magos. Que luego fueron quemados en la hoguera, no sin antes confundir a la gente con pociones y tragos afrodisíacos que realmente eran muy, pero muy venenosos. Como es el caso de la Cantaridina, que a pesar de causar erecciones en los hombres (¡Noice!), tan sólo ingerir 10 mg podía causar la muerte. So, esos manes solo hablaban paja y lo peor de todo, había gente que se lo creía. Bueno, dejando a un lado la historia, a continuación les traigo un ‘countdown’  de 5 cosas altamente venenosas que tenemos a nuestro alrededor y nosotros ni estamos enterados.

4. Acetonitrilo

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El acetonitrilo es un producto derivado de la fabricación del acrilonitrilo (¡si lo dices en sílabas te sale más suave). El a-cri-lo-ni-tri-lo como todos sabemos (en verdad nadie lo sabe) es un líquido sintético que tiene un olor fuerte parecido al ajo o a la cebolla. Se utiliza en las refinerías, como disolvente, en la fabricación de productos farmacéuticos, como disolvente de películas fotográficas (los famosos rollos) y como uno de los componentes del quitaesmalte…Sí, así como dije. Como ingrediente en los quitaesmalte.

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Imagina morir por morderte las uñas a lo pendejo.

Antes de seguir les voy a dejar un artículo de Calígula, solo porque estoy seguro de que usó bastante veneno en su vida. 

Seguimos…

3. Ricina

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El ricino, o conocido en el ámbito científico como Ricinus communis, es un arbusto pequeño que tiene unas hojas de forma estrellada, que pueden ser de color rojo oscuro, tirándose a púrpura  o verdes y también forma parte de las cosas venenosas de las que estamos hablando hoy.

Lo peligroso de éste arbusto son las semillas, que contienen ricina, que es una de las toxinas más potentes conocidas por el hombre (y por la mujer también). La ricina puede causar una hemorragia intestinal, vómitos, deshidratación y hasta la muerte. La dosis mortal en seres humanos es de, no, mejor ni les pongo la vaina, porque luego termino leyendo un titular en La Crítica dizque “Murió Enricinao» o «Lo Enricinaron Focop» y pues, no quiero que anden matando a nadie.

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Soy Peligro.

Según WEbS: “efruto del ricino es globuloso, trilobulado, casi siempre cubierto por abundantes púas, que le dan un aspecto erizado; tiene tres cavidades, cada una con una semilla, grande y jaspeada, de superficie lisa y brillante, rematada por una excrecencia y que contiene una toxina llamada ricina.“ 

Y hablando de cosas azules…

2. Cardenillo

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¿Sabías por qué la Estatua de la Libertad es de color azul grisáceo? ¿No, verdad? El color, que actually es “verdigrís“, se lo da una cubierta de sales de cobre, producto de la corrosión del cobre. Es decir, la Estatua de la Libertad era de cobre originalmente y pues  a la man se le cayó el cobre. Shit happens.
El cardenillo es un compuesto químico venenoso que fue utilizado en la medicina y como fungicida. En otras palabras, el cardenillo es como decir el óxido pero del cobre. Y es venenoso. Pueden verse en estaciones de metro antiguas, así que aquellos que se van de viaje pa’ Europa allí tienen un par de fotos nuevas que tomar…pal IztaGram.

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«Bien que lo saeee’ «

Buscando información sobre el cardenillo, me encontré que se utilizó hasta el siglo XIX como pigmento en el arte y nadie la clasifico en el rubro de cosas venenosas. Así que prefiero pensar que la Estatua de la Libertad está pintada y no que está ‘oxidada’, o sea bitch please, I’m talking about New York.

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«Bitch Please»

1. Arsénico

Nada más escribir el nombre me da miedito. El arsénico es un elemento químico metaloide. Eso significa que tiene tanto propiedades de elementos metales y no metales. Y sobretodo, es el rey de las cosas venenosas de las que les estoy hablando.

El arsénico como elemento químico es importante para la vida, así de simple no mata a nadie, pero lo que sí es tóxico son sus compuestos y derivados. También se ha utilizado como herbicida (no es veneno contra los vendedores de Herbalife). Uno de estos derivados mata maleza es el disulfuro de arsénico, que también se utiliza en la pirotecnia para hacer cohetes y voladores.

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Foto sin contexto alguno de Iron Man.

Se ha utilizado como medicamento contra un tipo de leucemia y viene la sorpresa…  ¡se puede encontrar en la carne, vegetales, pescados y crustáceos! Los dos últimos son los que más contienen arsénico. Afortunadamente todo esto es en dosis no letales (duh, obvio) pero aún así, ¡estamos ingiriendo arsénico sin saberlo!

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Plato de un poquito de arsénico.

De ahora en adelante voy a revisar por lo menos cuatro veces las etiquetas de lo que compro en el supermercado.

Por ahora, nos vemos en el próximo artículo de El Gallinazo.

¿Qué te parece?